Añoranza de la tierra nativa
A Juan Roca Lemus
Lecturas dominicales El Tiempo,
8 de Noviembre de 1931
Mi tierra
Es una tierra húmeda de mar
Donde el cielo posee la desnudez del agua
Limpia y azul
Como una ilusión casta.
Antes de que amanezca, los marinos
Despetalan la rosa virgínea
De sus cantos
Y se despierta la aurora soñolienta.
(Afirma el pescador de sábalos
Que hacen brotar el sol
De sus bocas curtidas...)
Las níveas atarrayas cuelgan
De los cascos
A los barcos ancianos,
Tullidos de viajar
Junto a los arsenales
Más tristes que un adiós
Sobre un monstruo de hierro
A la ciudad retornan
Los hombres de los muelles
Manchados de oro negro
Arden en la hoguera impúber de la mañana
Los mástiles
Y las proas cansadas
A donde yacen dormidas las distancias
Las playas --negras hembras
Desnudas, tendidas al sol--
Impregnadas de yodos balsámicos
Brindan al aire
Su risa rosada
De caracoles
Todos los días se curva
Algún navío
En las rutas lontanas del azul
Y en el puerto hay pañuelos
Como palomas blancas.
ELEGÍA A MIS VEINTE AÑOS
Publicado en La Patria, Cartagena, sábado 26 de abril de 1930
¡Oh, veinte años míos
que os marcháis tan pronto
y, por siempre idos,
emprendéis la fuga dejándome solo,
mientras yo muy triste
lloro en el silencio de la negra playa
de mis desencantos
todos los ensueños que tejió mi
infancia
aquellos ensueños llenos de
esperanzas
y como las velas lejanas, blancos...!
¡Quien me hubiera dicho que así, tan
fugaces,
en una abrileña
en una muy rara
muy bella mañana
después de creeros tanto tiempo míos
como golondrinas batiríais las alas...
¡Siempre enamorado tenaz de mi vida
cuánto era mi orgullo de tener veinte
años...!
¡Cómo me encantaba sentirme viajero
con mis veinte alforjas llenas de alegría
sobre ignotos mares que surqué
cantando...!
Pero ya lo veis, hay que conformarse:
no ser un muchacho, un atolondrado,
un mal estudiante...
¿Por qué veinte años,
os habéis huido, dejándome apenas
un sabor amargo
en las hondas huellas de mi doloroso
y furtivo llanto...?
¡Lloro mis quimeras y mis rebeldías;
mis atormentados amores de antaño;
como los golfillos en la noche negra
lloran sin amparo...!
No os vayáis tan pronto:
sin mis veinte años yo me siento solo...
Da miedo la vida
con sus hombres serios
que afilan perjuicios y razonamientos.
¡Quiero mis locuras
mis extravagancias
mis noches de mujeres
de vino y de sueños...!
Quiero las canciones de música
extraña
que forjé contento
cuyo eco profundo perforó el silencio
de las sombras vagas.
Quiero mi guitarra de cuerdas como
almas
¡Y mis horas blancas
bajo lunas claras!
Ida sin regreso de mis ilusiones
que rasgas las tulas de mi fantasía,
rompiendo inclemente los bellos
cristales
Soneto a Luis Carlos López
(Con ocasión de su partida a Nueva Orleans, donde ha sido nombrado cónsul, en 1937. Soneto inédito. Esa noche de la despedida al Tuerto, Emisora Fuentes transmitía el acto)
Te vas y tu sonrisa parece triste
Risueñamente triste en esta despedida,
Pues a pesar de todo la tierra en que naciste
Conserva algunas cosas que hacen grata la vida.
Te queda, por ejemplo, El Bodegón, lo quisiste
Como a tu propio alero y entre un partido
De naipes y una copa, entre uno y otro chiste
Muchas veces puliste la estrofa preferida.
Pero te dio la sin igual locura
De ser cónsul en Baltimore --me sabe a sinecura--
Y de tomar cocteles con música de jazz.
Por eso al irte ahora --lo cual duele y no duele--
Resulta absurdo y tonto llorar, como un pelele
Pues tu siempre estarías aún no volviendo más.
GITANA EN PUERTO
Del libro inédito Un Marinero canta en proa
Primera versión: La Patria, Cartagena, 15 de marzo de 1930
Segunda versión: El Fígaro, Cartagena, 24 de junio de 1940
Gitana:
en la magia negra
de tus dos enigmas
traes presa la noche.
La noche del mundo.
La noche del puerto.
(Los dos últimos versos de esta estrofa fueron agregados en la versión de 1940)
Sobre tus labios,
en los que dijérase
que hay un beso atisbando
desde hace tiempo,
pone la sangre
su grito rebelde.
El triunfo de la línea
se presiente
bajo el faldón exótico
que te envuelve:
rojo,
negro,
blanco,
verde.
Trapos
Miseria...
Cansancio en la frente;
Cansancio en las trenzas;
Cansancio en el gesto.
¿De donde vienes?
Misterio.
Algún marino tenderá la mano
para que leas su suerte.
(En la segunda versión, la última estrofa fue cambiada por:)
Yo tenderé la diestra
Para que leas mi suerte.
Oyendo a Gómez Zurek
Publicado en El Heraldo, domingo 8 de Mayo de 1986
¿Quién vertió las Niágaras del cielo
para trocarlas en un rito
de enloquecidos dioses
a sueños de nieblas y rosales?
Inauditos mundos
Rondan tus alígeras estrellas,
Despertaban musicales consejas
Sobre los nácares muertos del féretro,
Trasmutado manantial de vida.
Demiurgo inefable
Invades el ámbito de imágenes
Que decoran el silencio de las almas.
Surge de tu mágico filtro
El melodioso lenguaje
Esencial y puro